Cocina de aprovechamiento en simples pasos.

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A ver, seamos sinceros… ¿Cuántas veces has mirado el tupper del día anterior y has pensado: “meh, esto ya no vale”? Esa mezcla entre resignación y culpa que te entra cuando ves media berenjena triste, dos cucharadas de arroz solitario y un filete que ha visto días mejores. Pues agárrate, porque lo que viene a continuación te va a hacer replantearte la vida (y el fondo de tu nevera).

La cocina de aprovechamiento no es una moda pasajera, ni un truco de TikTok para ahorrar tres euros. Es una forma de vivir, de cocinar y de respetar lo que comemos. No solo es el arte de darle una segunda vida a lo que sobró del cocido del domingo: es una declaración de amor a la creatividad, a la economía casera y, por qué no decirlo, al planeta Tierra, que bastante tiene ya.

Así que ponte cómod@, que aquí te traigo un viaje gastronómico lleno de historia, recetas, trucos y mucho humor. Porque si encima te digo que en Solo de Croquetas convertimos cocido en croquetas gourmet que te hacen llorar de emoción… ya ni te cuento.

La historia y origen de la cocina de aprovechamiento

Aunque ahora parezca la última tendencia eco-friendly, la cocina de aprovechamiento es más antigua que el “¿te lo vas a comer?”. De hecho, probablemente fue la primera corriente culinaria de la historia, antes de que existieran chefs con estrellas y programas de cocina en prime time.

La necesidad como madre de la invención

Desde que el ser humano descubrió el fuego, también descubrió que no se tira nada. En las cuevas de nuestros antepasados no se conocía el concepto de “sobras”. Todo se usaba. Si cazaban un mamut, no solo se comían la carne, también aprovechaban la grasa, los huesos, el cuero y seguro que alguien intentó hacer caldo con las orejas.

Durante siglos, la cocina fue supervivencia. En tiempos de guerra, de hambruna o simplemente cuando había vacas flacas (literalmente y metafóricamente), aprovechar la comida no era una opción, era una necesidad. Comer dos veces con lo mismo era signo de ingenio, no de pobreza.

Las abuelas, reinas del reciclaje culinario

Si tu abuela no hacía croquetas con lo que quedaba del puchero, no tuviste infancia. Las abuelas sabían cómo convertir sobras en magia. Eran alquimistas del cucharón. Lo que hoy llamamos “batch cooking”, ellas lo llamaban “tener dos dedos de frente” jajaja.

Cualquier guiso que sobrara se convertía al día siguiente en otro plato. Y si sobraba eso, pues al congelador, al tarro o a la croqueta. La creatividad de las abuelas españolas rivaliza con la de Picasso, solo que en vez de pinceles usaban cazos.

La cocina rural: creatividad con lo que hay

En los pueblos, la despensa era lo que daba la tierra o lo que sobraba de ayer. El gallo viejo del domingo era el arroz del lunes, la sopa del martes y la croqueta del miércoles.

Y aún así, ¡vaya festines que se montaban! Sin florituras, sin fuegos artificiales… pero con un sabor que te curaba hasta el mal de amores. La clave: reutilizar bien. Conocer el producto, no desperdiciar ni el alma del pimiento.

El “pobre pero sabroso” español

¿Sabías que platos como el gazpacho, el salmorejo, las migas o la sopa castellana nacieron de la necesidad? Todos comparten un denominador común: pan duro. Ese pan que hoy muchos tiran porque está “feo”, antes era la base de toda una cultura gastronómica.

Y míralos ahora: estrellas de carta en restaurantes gourmet, con nombres largos y precios aún más largos.

Recetas transmitidas oralmente

Durante siglos, las recetas de aprovechamiento se contaron de madre a hija, de vecina a vecina, de fogón en fogón. No había libros, ni blogs, ni reels. Solo experiencia, intuición y mucho cariño.

Era un legado invisible pero valiosísimo, una cadena de sabiduría que se tejía en cada cocina. Y lo mejor es que muchas de esas recetas siguen vivas hoy, aunque ahora se llamen “recetas sostenibles”.

Crisis = ingenio

Cada crisis económica ha revivido esta cocina. La del 2008, la pandemia, la inflación… Cuando el bolsillo aprieta, el ingenio se mete en la olla. Y es que no hay mayor motor creativo que una nevera medio vacía y cero ganas de salir a comprar.

Impacto ambiental y económico del desperdicio alimentario

Aquí es cuando nos ponemos un poco serios. Porque más allá del bolsillo, está el planeta. Y lo que hacemos con nuestra comida (o lo que no hacemos) tiene consecuencias reales.

1 de cada 3 alimentos se desperdicia

Según la FAO, un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se desperdicia. ¿Sabes qué significa eso? Que por cada tres manzanas que se cultivan, una acaba pudriéndose sin que nadie la muerda. Una pena. Y una croqueta menos en el mundo, que es aún más triste.

Contaminación sin sentido

Tirar comida es contribuir al cambio climático. Cada alimento producido genera emisiones: desde la cosecha, el transporte, la refrigeración, hasta la cocción. Y si todo ese esfuerzo termina en la basura… estamos contaminando para nada. Es como encender el horno solo para calentar la cocina y no cocinar nada.

Agua que se va por el desagüe

¿Sabías que producir un kilo de carne de vacuno requiere más de 15.000 litros de agua? Y un kilo de arroz, unos 2.500 litros. Cuando tiras comida, también estás tirando agua. Y no solo un vasito, ¡ríos enteros!

Desigualdad alimentaria brutal

Mientras en muchos países desarrollados tiramos comida por aburrimiento, en otros rincones del mundo hay personas que no tienen qué comer. Es una desigualdad brutal y absurda. Tirar arroz con tomate porque “otra vez no” es un lujo que muchos no pueden ni imaginar.

Dinero a la basura

En España, cada hogar tira unos 30 kilos de comida al año. ¿Eso cuánto es? Unos 250 euros en comida que nunca se aprovecha. 

Coste energético innecesario

Cada alimento ha pasado por una cadena de producción, transporte y conservación que consume energía. Si todo eso termina en la basura, es un derroche sin sentido. Es como correr una maratón para no cruzar la meta.

Técnicas de conservación para implementar la cocina de aprovechamiento

No todo está perdido. Aquí tienes muchos trucos infalibles para que tu comida no se convierta en una reliquia dentro del frigorífico:

Congela como si no hubiera un mañana

Congelar es un acto de amor. El congelador es tu superpoder doméstico. Congela sobras, pan, caldos, verduras cocidas, carnes, frutas… ¡y croquetas, por supuesto!

Frascos de cristal: los tupper del pasado (y del futuro)

Además de ecológicos, conservan mejor. No retienen olores, se pueden meter al horno o al micro, y tienen ese aire “vintage foodie” que da puntos en Instagram.

Envasado al vacío casero

Existen aparatos domésticos bastante económicos para envasar al vacío. Alargan la vida útil de carnes, pescados, quesos… y además te sientes como un concursante de MasterChef.

Etiquetas con fechas

El misterio del tupper sin identificar ha provocado más miedos que cualquier película de terror. Evítalo con etiquetas. Fecha y contenido. Te ahorras sustos y sorpresas.

Vinagre y aceite, los conservantes naturales

No es casualidad que el escabeche y el confitado existan desde hace siglos. Vinagre y aceite no solo aportan sabor, también prolongan la vida de los alimentos. Y encima están de moda.

Orden en la nevera = orden en tu vida

Sistema FIFO (First In, First Out): lo viejo delante, lo nuevo detrás. Lo llaman rotación de alimentos, pero también se puede llamar “tener sentido común”.

Recetas tradicionales de cocina de aprovechamiento

Si algo sabemos hacer en España es comer bien con lo que hay. Aquí no tiramos comida, la transformamos y aquí entra la cocina de aprovechamiento. Y lo hacemos tan bien, que a veces las sobras saben mejor que el plato original.

Croquetas

El símbolo nacional de la cocina de aprovechamiento. Pollo, jamón, cocido, verduras, setas… todo cabe en una croqueta. ¿Lo mejor? Que las puedes congelar, freír en un plis, y quedas como un chef. En Solo de Croquetas hemos elevado esto a arte: rabo de toro, cocido madrielno, hasta croquetas de tarta de queso. ¿Locura? Tal vez. ¿Delicia? Sin duda.

Migas

El pan duro resucita con ajo, aceite, pimentón y lo que tengas por ahí: chorizo, uvas, panceta, huevo… Plato humilde, pero de esos que te reconcilian con la vida.

Tortilla de patatas versión “lo que sobró”

¿Sobró algo del día anterior? A la sartén con huevo y ¡tortilla! Desde pimientos hasta embutidos. La tortilla lo aguanta todo, como una madre andaluza.

Pisto manchego

Un guiso de verduras que siempre triunfa. Lo mejor es que puedes usar todo eso que empieza a ponerse pocho: calabacín, berenjena, cebolla, tomate… y si le pones huevo frito encima, te haces un monumento.

Sopa de ajo

Pan duro, agua, ajo, aceite, pimentón y amor. Y si hay jamón o huevo, ya ni te cuento. Pobre en ingredientes, rica en sabor y tradición.

Arroz al horno

La estrella del reciclaje del cocido. Arroz, garbanzos, costilla, morcilla, tomate… Lo metes al horno y sacas un plato que huele a domingo y a familia.

Cómo transformar sobras en platos gourmet

Vamos a subir el nivel. Porque sí, con sobras también se puede comer de restaurante. Aquí van ideas para que nadie sospeche que estás comiendo lo que iba a ir a la basura.

Risotto de pollo asado

Ese pollo que quedó triste en la bandeja se convierte en risotto con arroz, cebolla, queso y un poquito de vino blanco. Cremoso, sabroso… de diez.

Pasta con lo que pilles

Pasta cocida + sofrito rápido de lo que tengas en la nevera + un toque de nata o tomate. Plato apañado en 10 minutos. Y nadie sabrá que era una operación rescate.

Tostas creativas

Pan duro tostado, un poco de queso, alguna verdura, huevo poché o lo que sea. Combínalo bien y parecerá que vienes del brunch de una influencer.

Wraps improvisados

Tortillas de trigo + sobras = solución rápida. Pollo, lechuga, hummus, aguacate, verduras salteadas… ideal para cenas sin ganas y con hambre.

Pizza casera con restos

Masa de pizza (o pan, o torta), tomate, queso y… lo que te quedó. Champiñones, embutido, verduras, atún, ¡incluso lentejas! La pizza lo aguanta todo cuando se trata de cocina de aprovechamiento.

Canelones rellenos: Un must en la cocina de aprovechamiento

Restos de carne, espinacas, pescado… un poco de bechamel y horno. Se transforman en un plato que parece que has cocinado toda la tarde.

Las croquetas: Reinas absolutas de la cocina de aprovechamiento

Vamos a lo importante. Porque si hay un plato que merece su propio altar, ese es la croqueta. Y no lo digo solo porque en Solo de Croquetas estamos enamorados de ellas (bueno, un poco sí).

Son un lienzo en blanco

Puedes rellenarlas con literalmente cualquier cosa. Desde la carne del cocido hasta esa calabaza asada que no emocionó a nadie. En una croqueta, todo sabe mejor.

Son económicas

Con poca cantidad haces muchas. Y quedas como una estrella, si las haces mini, hasta parecen “gourmet de diseño”.

Congelan genial

Haz una tanda grande y congela. Cuando no te apetezca cocinar, solo hay que freírlas y listo. Cena solucionada y sonrisa garantizada.

Gustan a todo el mundo

Si alguien dice que no le gustan las croquetas… huye. No es de fiar. Gustan a peques, mayores, carnívoros, veganos, foodies y abuelas. Son el Tinder de la comida: hacen match con todos.

Creatividad a tope

Desde sabores clásicos como jamón o bacalao, hasta locuras como croquetas de oreo con chocolate blanco, de cheesecake o de paella. En Solo de Croquetas lo hemos probado TODO. Spoiler: todo funciona.

En Solo de Croquetas las llevamos a otro nivel

Sí, nos hemos flipado un poco. Pero con razón. Hacemos croquetas de todo lo que se te ocurra para darles una gloriosa vida. Porque creemos que la sostenibilidad también puede ser deliciosa. Y porque si se puede hacer una croqueta de Papadelta de Grefusa, ¿por qué no hacerlo? Por si no lo sabías, esta es una de nuestras últimas hazañas croqueteras.

La cocina de aprovechamiento no es solo no tirar comida

Es una forma de ver la cocina. De reconciliarte con el valor real de los alimentos. De entender que un plato empieza mucho antes del fuego y sigue mucho después del plato.

Es tradición, ingenio, respeto, memoria. Se trata de cuidarse a uno mismo, a tu bolsillo y al planeta. Cocinar con cabeza… y con corazón. Y si encima terminas el día con unas croquetitas ricas en la mesa, hechas con las sobras del día anterior, entonces no solo estás cocinando: estás haciendo magia.

Así que la próxima vez que te quedes mirando los restos de la nevera sin saber qué hacer… acuérdate de este artículo. Y si no, siempre puedes darte una vuelta por Solo de Croquetas, que te damos soluciones deliciosas para que no tires nada (ni la comida, ni la toalla).

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