Si hablamos de croquetas, la bechamel es como la base de una buena pizza: sin ella, no hay nada que hacer. Pero hacer una buena bechamel tiene su truco. Si eres de los que les salen grumos o no consigues que la masa tenga la textura adecuada, no pasa nada. Aquí tienes los pasos para convertirte en expert@.

1. Proporciones mágicas:

   Para una bechamel perfecta, necesitas una proporción 1:1:10. Es decir, 1 parte de mantequilla, 1 parte de harina y 10 partes de leche. Por ejemplo, para una tanda generosa de croquetas, puedes usar 50 gramos de mantequilla, 50 gramos de harina y 500 ml de leche. Si quieres una masa más espesa, reduce un poco la leche. Y si prefieres croquetas más cremosas (de esas que casi se derriten al morderlas), añade un chorrito más.El truco está en ir probando las medidas perfectas para ti.

2.  La técnica que no falla:

   La paciencia es clave. Sigue estos pasos y no habrá grumo que se te resista:
   – Derrite la mantequilla en una sartén grande a fuego medio.
   – Añade la harina de golpe y remueve constantemente con unas varillas o una cuchara de madera. El truco está en tostar ligeramente la harina para que no sepa a crudo. Este paso debería llevar unos 3 minutos.
   – Añade la leche caliente poco a poco, mientras remueves sin parar. Este es el momento de ejercitar el brazo, porque si te despistas, los grumos te ganan.

   3. El toque maestro:

   Aquí es donde puedes marcar la diferencia. Una pizca de nuez moscada y pimienta blanca son básicos, pero si quieres que tus croquetas tengan un sabor espectacular, prueba estos trucos, añade:
   – Caldo del ingrediente principal: Por ejemplo, si haces croquetas de pollo, sustituye parte de la leche por caldo de pollo.
   – Vino blanco o brandy: Un chorrito al final le da un toque elegante.
   – Queso rallado: Un poco de queso curado (como parmesano) hará que tu masa tenga un sabor inolvidable.