Ritual del vermut: Todo lo que debes saber

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¿Cuándo fue la última vez que hiciste un alto en el día solo para saborear el momento? Eso, precisamente, es el ritual del vermut.

No es solo una copa. No es solo una bebida. Es una pausa sagrada, una excusa para parar, charlar, reír y comer algo rico. El ritual del vermut tiene historia, tiene estilo y, sobre todo, tiene muy buen rollo.

El origen del ritual del vermut

1. Herencia romana

El vermut nace de una idea antigua: mezclar vino con hierbas. Los romanos ya lo hacían, no solo por sabor, sino por salud. Vamos, lo que hoy llamarían “vino funcional”.

2. Italia y su vermut medicinal

En el siglo XVIII, en Turín, Antonio Benedetto Carpano creó el primer vermut moderno. Lo hizo pensando en una bebida aromática para las damas. Y vaya si tuvo éxito. Desde entonces, Italia se convirtió en epicentro de esta maravilla.

3. Francia entra en escena

Un poquito más tarde, los franceses también dijeron: “Oye, esto está rico”. Aparecen marcas como Noilly Prat, con vermuts secos, elegantes, muy franceses.

4. La llegada a España

El vermut cruza los Pirineos y cae de pie. En Reus (Cataluña), se empieza a producir a lo grande. De hecho, Reus fue durante un tiempo el epicentro del vermut mundial. Ahí es nada.

5. El vermut como aperitivo social

En el siglo XX, el vermut pasa de la medicina al bar. Se vuelve costumbre. Se vuelve ritual. “Vamos a hacer el vermut” ya significa quedar, compartir, picar y disfrutar.

6. El revival moderno

Desde hace unos años, el vermut ha vuelto con fuerza. Nuevas marcas, bares especializados, festivales… El ritual del vermut está más vivo que nunca. Y más sabroso también.

El vermut como bebidas: tipos y variedades

1. Vermut rojo 

Es el clásico de clásicos. Dulce, especiado, con notas de caramelo y hierbas. Ideal para el aperitivo y para esas charlas que se alargan hasta la comida.

2. Vermut blanco

Más suave, más fresco. Tiene un puntito más seco que el rojo, aunque sigue siendo dulce. Perfecto para quienes dicen: “No me gusta el vermut”. Les cambias la vida con uno blanco bien puesto.

3. Vermut seco

Aquí ya hablamos de elegancia. Menos azúcar, más hierbas, más estilo. Es el que se usa en los clásicos como el Martini Dry. Pero oye, también está rico solo, con hielo y un twist de limón.

4. Vermut rosado

El moderno del grupo. Frutal, alegre, instagrameable. Perfecto para quien quiere innovar sin dejar de “vermutear”.

5. Vermuts artesanales

Cada vez hay más pequeñas marcas que hacen vermuts con recetas propias, ingredientes ecológicos y nombres muy molones. El vermut ya no es sólo bebida: es cultura de autor.

6. El vermut especiado

Con notas más marcadas de canela, clavo, ajenjo… Es como una peli de Almodóvar: intenso, diferente, inolvidable.

Picoteo perfecto para el ritual del vermut

1. Aceitunas 

No hay vermut sin aceitunas. Las rellenas, las gordas, las negras… Todas valen. Y si son de la casa, mejor.

2. Boquerones en vinagre

El contrapunto ácido perfecto. Los boquerones equilibran el dulzor del vermut. Y además, están riquísimos.

3. Patatas bravas o chips artesanas

Nada dice “aperitivo” como unas buenas patatas. Las bravas si eres valiente; las chips si vas clásico.

4. Croquetas

Cada sabor de croquetas tiene su match perfecto con un tipo de vermut. Por ejemplo, el rojo es ideal para combinar con croquetas de carne, chorizo o sobrasada.

5. Encurtidos varios

Pepinillos, cebollitas, banderillas… Aportan acidez, textura y ese “crunch” que te hace beber otro sorbo.

6. Tapas modernas

Mini hamburguesitas, gyozas, hummus… El vermut también se lleva bien con lo moderno. Que no se diga que no se adapta.

La hora del vermut: Ese ratito sagrado

1. Antes de comer, siempre

No es casualidad. El vermut abre el apetito, te pone en modo relax y prepara el cuerpo para lo que viene.

2. Los fines de semana

Sábados y domingos son los días estrella. Te levantas tarde, haces algo de calle y… vermut. Es casi automático.

3. De 12:00 a 14:00

La franja dorada. Antes de que se enfríe la paella. Antes de que suene el WhatsApp familiar diciendo: “¡Ya está la comida!”

4. En el bar de toda la vida

Ese con servilletas en el suelo y camarero que te llama “jefe” o “guapa”. Ahí es donde mejor sabe el ritual del vermut.

5. En casa, pero con arte

Montas tu bandejita, pones la radio, y sirves vermut como si fueras camarero de taberna madrileña. Sabe igual de bien.

6. Con sol y buena compañía

La meteorología ideal para el vermut es: 22 grados, ligera brisa, terraza al sol y colegas con ganas de charla.

 

Rituales sociales y familiares del vermut

1. La vermuteada del domingo

Típica reunión familiar. Vermut, patatas, risas y debate sobre si el Madrid o el Barça. Clásico.

2. El vermut con colegas

Un grupo de amigos, una mesa redonda, un par de rondas y mucha filosofía de bar. Se resuelven los problemas del mundo.

3. El vermut en fiestas del pueblo

La charanga de fondo, el vaso en la mano y el tío del bar que ya sabe lo que vas a pedir. Costumbrismo puro.

4. Vermut y tapeo

No hay mejor excusa para saltar de bar en bar. Cada uno con su tapa estrella. Vermut y ruta.

5. Vermut en pareja

Planazo para romper la rutina. En vez de Netflix, vermut y confidencias en un bar bonito.

6. Vermut virtual (porque la pandemia dejó cosas raras)

Zoom, vermut en mano, cada uno en su casa. No es lo mismo, pero oye, peor es nada.

 

Errores comunes al tomar vermut y cómo evitarlos
1. Ponerle demasiado hielo

Un par de cubitos, y ya. Si lo llenas de hielo, acabas bebiendo agua con aroma a vermut. Y eso es muy triste.

2. No saber elegir el tipo de vermut

No todos valen para todos los gustos. Prueba, experimenta y encuentra tu vermut ideal. Como con el amor, pero más fácil.

3. Servirlo sin guarnición

Una rodaja de naranja, un toque de aceituna, un twist de limón… Que no parezca que lo has servido con desgana.

4. Usar vasos inadecuados

No hace falta una copa de champán, pero tampoco un vaso de tubo de discoteca del 2003. Algo digno, por favor.

5. No acompañarlo con algo de picar

El vermut sin tapa es como una fiesta sin música. No se hace. Prohibido. Denunciable.

6. Beberlo con prisas

El ritual del vermut va de pausa. De disfrutar. Si lo bebes en 30 segundos porque tienes prisa… Estás haciendo algo mal.

El ritual del vermut sigue vivo (y más rico que nunca)

El ritual del vermut no es una moda. Es una forma de vivir el momento, de conectar con otros, de saborear sin prisas. Da igual si lo tomas en un bar castizo, en una terraza hipster o en tu cocina un domingo cualquiera. El vermut une, relaja y alegra.

Así que ya sabes. Este finde, llama a tu gente, busca un sitio bonito, pide un vermut bien puesto y brinda por lo bueno. Porque la vida, como el vermut, se disfruta mejor a sorbos lentos.

Y si te has quedado con ganas de más… ya sabes dónde encontrarnos. La próxima ronda sale con croquetas. ¡Salud!

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